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Los peores platos peruanos: recetas que no conquistan todos los paladares

¿Por qué existen recetas peruanas que no conquistan todos los paladares?

Cuando se habla de comida peruana, inmediatamente vienen a la mente platillos como el ceviche, el lomo saltado, la causa limeña o el ají de gallina. No cabe duda de que la gastronomía del Perú es reconocida a nivel mundial y que muchos de sus platos han conquistado los corazones (y estómagos) de propios y extraños. Sin embargo, así como existen recetas aclamadas, también hay aquellas que generan polémica, rechazo o, simplemente, no logran agradar a la mayoría de los comensales. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué algunos platillos no logran el mismo éxito que otros dentro de la vasta oferta culinaria peruana?

La respuesta es compleja y tiene que ver con factores culturales, históricos y personales. La diversidad de ingredientes en el Perú es tan grande que, inevitablemente, algunas preparaciones resultan demasiado exóticas, intensas o incluso chocantes para ciertos paladares, sobre todo los de quienes no crecieron con ellas. Además, el contexto social, la tradición oral y la influencia de las modas gastronómicas juegan un papel fundamental en la percepción que tenemos sobre determinados platos. Así, mientras que para algunos peruanos ciertos alimentos son un manjar, para otros pueden ser motivo de desagrado o, incluso, de burla.

¿Cuáles son las recetas menos apreciadas de la cocina peruana?

Si bien la cocina peruana suele estar entre las más queridas y celebradas del mundo, hay recetas que no han logrado ganarse un lugar en el corazón de todos. En la primera mitad de este artículo vamos a responder directamente a la pregunta sobre cuáles son los platos que, según la opinión popular y diversas encuestas, suelen estar en la lista de los menos apreciados, ya sea por sus ingredientes, su preparación o simplemente por su sabor.

  • Chanfainita: Este plato preparado con pulmón de res suele generar opiniones divididas. Si bien tiene adeptos, su textura y sabor fuerte hacen que muchos lo eviten.
  • Sopa de mondongo: Elaborada con tripas y otros órganos, es considerada por algunos como una delicia, pero por muchos otros como un plato difícil de digerir, tanto literal como figurativamente.
  • Cau cau: Hecho a base de mondongo (estómago de res) y papa amarilla, el cau cau es típico en la sierra y la costa, pero su aroma intenso suele alejar a quienes no están acostumbrados.
  • Picante de cuy: El cuy es un animalito entrañable para algunos y un ingrediente tradicional para otros. Sin embargo, su aspecto y sabor no logran convencer a todos.
  • Caldo de cabeza de carnero: Un plato típico de la sierra peruana, preparado con la cabeza entera del carnero, lo que incluye ojos, lengua y cerebro. Muchos lo encuentran demasiado fuerte o visualmente impactante.
  • Sopa de patasca: Esta sopa lleva mote, carne de res y, a veces, partes menos comunes como la cabeza de res. Es contundente, pero su sabor y textura pueden resultar desagradables para algunos.
  • Sangrecita: Este plato hecho a base de sangre de pollo frita es altamente nutritivo, pero su sabor y textura suelen generar rechazo.
  • Anticuchos de corazón: Aunque hay quienes los adoran, el hecho de que se preparen con corazón de res hace que muchos prefieran evitarlos.
  • Tacacho con cecina de lagarto: En la Amazonía peruana es común, pero fuera de esta región, el uso de carne de lagarto no es tan bien recibido.
  • Chicharrón de huevera: Hecho con las huevas del pescado, este plato marino tiene una textura y sabor que no es del agrado de todos.

Es importante recalcar que estos platillos, aunque no sean del gusto mayoritario, forman parte del patrimonio culinario peruano y representan la diversidad y creatividad de nuestra cocina.

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Factores que influyen en la impopularidad de ciertas recetas

No basta con decir que un plato es “feo” o “malo” para que esté entre los menos queridos. Existen razones históricas, sociales y culturales que explican por qué algunas preparaciones no han alcanzado el mismo reconocimiento que otras. Aquí te detallamos algunos de los factores más importantes:

  1. Uso de vísceras y órganos: En la cocina peruana, el aprovechamiento de todos los recursos del animal es una práctica ancestral. Sin embargo, para muchas personas, el consumo de órganos como pulmón, tripas, corazón o sangre es una barrera difícil de superar, ya sea por su sabor, textura o simplemente por el “factor psicológico”.
  2. Olores y sabores intensos: Algunos platos tienen aromas o sabores muy fuertes, producto de condimentos como el orégano, el ají o el uso de ingredientes fermentados. Esto puede resultar abrumador para quienes prefieren sabores más suaves o delicados.
  3. Aspecto visual: La presentación de ciertos platos, como la cabeza de carnero o el cuy entero, puede ser impactante o incluso desagradable para quienes no están acostumbrados a ver este tipo de ingredientes en su mesa.
  4. Tradición regional: Muchas recetas menos populares provienen de regiones específicas del Perú. Así, lo que es un manjar en la sierra o la selva, puede ser considerado extraño o poco apetecible en la costa o en Lima.
  5. Tabúes culturales: Existen ingredientes o formas de preparación que son tabú para algunas personas, ya sea por motivos religiosos, éticos o simplemente de costumbre familiar.

Estos factores explican en parte por qué algunos platillos no logran conquistar el gusto de todos, a pesar de su valor nutricional o de su historia.

Chanfainita: entre la tradición y el rechazo

La chanfainita es un plato emblemático de la cocina popular limeña. Su ingrediente principal es el pulmón de res, el cual se cocina en un guiso con papas, ají panca, cebolla y hierbas aromáticas. Para muchos, es un sabor de infancia, un plato reconfortante que se vende en carretillas y mercados. Sin embargo, para otros, la textura esponjosa y el sabor intenso del pulmón resultan poco atractivos.

La chanfainita nació como un plato de aprovechamiento, pensado para no desperdiciar ninguna parte del animal. Si bien ha logrado mantenerse en la oferta de la comida rápida tradicional, en los últimos años ha perdido terreno frente a opciones más “modernas” o internacionalizadas.

El rechazo a la chanfainita suele estar relacionado con el desconocimiento o la falta de costumbre de consumir vísceras. Para quienes se animan a probarla, puede resultar una experiencia culinaria única, pero para la mayoría, sigue siendo una de esas recetas que no convencen a todos.

Cau cau: el amor y odio por el mondongo

El cau cau es otro de los guisos que despierta pasiones encontradas. Su ingrediente principal, el mondongo (estómago de res), tiene una textura gomosa y un sabor peculiar que no todos disfrutan. A pesar de ser considerado un plato tradicional y hasta reconfortante por algunos, el aroma que desprende durante su cocción puede resultar desagradable para quienes no están familiarizados.

En muchas familias, el cau cau es sinónimo de domingo en casa, de reunión familiar y de comida abundante. Sin embargo, en encuestas recientes sobre preferencias culinarias en el Perú, suele aparecer entre las recetas menos queridas, especialmente entre los jóvenes y quienes viven en zonas urbanas.

El secreto del cau cau está en su aderezo de ají amarillo, hierbabuena y papa amarilla, que le da un sabor inconfundible. Pero ni siquiera estos ingredientes logran convencer a quienes no soportan la textura del mondongo.

Picante de cuy: tradición serrana, polémica nacional

El picante de cuy es una de las recetas más representativas de la sierra peruana. Preparado con cuy entero frito o guisado en una salsa de ají, es considerado un manjar en regiones como Ayacucho, Cusco y Huancayo. No obstante, fuera de la sierra, el consumo de cuy genera controversia y rechazo.

Para muchos limeños o extranjeros, la sola idea de comer un animalito que suele ser mascota en otros países es chocante. A esto se suma la presentación, que muchas veces incluye el cuy entero, con cabeza y patas. El sabor, aunque suave y agradable para algunos, no logra convencer a quienes no crecieron con esta tradición.

El debate sobre el cuy va más allá del gusto: toca temas de identidad cultural, sostenibilidad y respeto por las costumbres regionales. Sin embargo, en términos de popularidad, sigue siendo uno de los platos menos consumidos fuera de su región de origen.

Caldo de cabeza de carnero: un plato para valientes

Si hay una receta que suele estar en la lista de las menos populares, esa es el caldo de cabeza de carnero. Este plato típico de la sierra consiste en hervir la cabeza entera del carnero, incluyendo lengua, ojos, sesos y carne. El resultado es una sopa espesa, muy nutritiva y reconfortante para quienes están acostumbrados a ella, pero visualmente impactante para quienes no lo están.

El principal obstáculo para la aceptación de este caldo es su presentación. Ver la cabeza del animal en el plato puede resultar perturbador, incluso para peruanos que no crecieron en la sierra. El sabor es fuerte y característico, y aunque los locales lo consideran un desayuno energético, la mayoría de visitantes prefiere optar por opciones más “suaves”.

A pesar de su baja popularidad, el caldo de cabeza sigue siendo un símbolo de la resistencia y el ingenio de la cocina serrana, capaz de aprovechar al máximo los recursos disponibles.

Sopa de patasca: contundente, pero difícil de amar

La patasca es una sopa tradicional de la sierra y la selva, hecha a base de mote (maíz cocido), carne de res y, en ocasiones, partes como la cabeza o las patas del animal. Es un plato pensado para dar energía en climas fríos y altitudes elevadas.

El principal problema para muchos comensales está en la textura gelatinosa que aportan ciertas partes del animal y el sabor intenso del caldo. Además, la presencia de huesos y cartílagos puede resultar poco atractiva para quienes prefieren sopas más refinadas.

Aunque la patasca es valorada por su aporte nutricional y su papel en la alimentación rural, suele figurar entre las recetas menos queridas en encuestas urbanas y entre turistas.

Sangrecita: el superalimento que no todos aceptan

La sangrecita es una preparación que utiliza sangre de pollo frita con cebolla, ajo, ají y hierbas. Es altamente nutritiva, rica en hierro y proteínas, y recomendada especialmente para combatir la anemia.

Sin embargo, el simple hecho de saber que se trata de sangre puede ser suficiente para que muchos la rechacen sin siquiera probarla. La textura, ligeramente granulada y húmeda, tampoco ayuda a mejorar su reputación.


En mercados y carretillas de desayuno, la sangrecita es una opción económica y nutritiva, pero rara vez figura en menús de restaurantes o en reuniones familiares. Su consumo sigue siendo minoritario, a pesar de los esfuerzos de nutricionistas y chefs por revalorizarla.

Anticuchos de corazón: el dilema del sabor y la textura

Los anticuchos son uno de los bocados más emblemáticos del Perú, pero su ingrediente principal, el corazón de res, genera opiniones encontradas. Para muchos, el sabor ahumado y la textura firme del corazón son irresistibles, pero hay quienes no pueden superar la idea de estar comiendo un órgano vital.

El rechazo a los anticuchos no es tan generalizado como en otros platos mencionados, pero sigue siendo un ejemplo de cómo los ingredientes pueden influir en la popularidad de una receta. En festividades como la Fiesta de la Virgen del Carmen o el Día de la Canción Criolla, los anticuchos son infaltables, pero en contextos más formales o internacionales, suelen ser sustituidos por versiones con carne más “convencional”.

Chicharrón de huevera: una delicia marina para pocos

El chicharrón de huevera es una preparación costera que utiliza las huevas (ovarios llenos de huevos) del pescado, generalmente de bonito o caballa. Se fríen hasta quedar crujientes y se sirven con yuca, salsa criolla y ají.

Aunque es un plato rico en proteínas y omega 3, la textura granulosa y el sabor intenso hacen que muchos lo eviten. Además, el aspecto puede resultar poco apetecible para quienes no están familiarizados con este tipo de ingredientes.

En los mercados y cevicherías tradicionales es común encontrarlo, pero fuera de estos contextos, su consumo es limitado y rara vez figura en menús de restaurantes modernos.

¿Qué piensan los peruanos sobre estos platos?

A lo largo de los años, diversos estudios y encuestas han intentado identificar cuáles son las recetas menos apreciadas en el Perú. Los resultados suelen coincidir en que los platos elaborados con vísceras, sangre o partes “inusuales” del animal son los menos populares, especialmente entre las generaciones más jóvenes y en las grandes ciudades.

Sin embargo, existe un sector de la población que defiende estas preparaciones como parte fundamental de la identidad peruana. Para ellos, el rechazo a estos platos es el resultado de la globalización y la pérdida de contacto con las tradiciones culinarias ancestrales.

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Por otro lado, hay quienes consideran que el gusto por ciertos alimentos es adquirido y que, con el tiempo, algunas de estas recetas podrían volver a ponerse de moda, tal como ha ocurrido con otros ingredientes “olvidados” que han sido revalorizados por chefs y foodies.

La influencia de la globalización en las preferencias culinarias

En los últimos años, la globalización ha tenido un impacto notable en los hábitos alimenticios de los peruanos. El acceso a productos importados, la influencia de la comida rápida y la exposición a nuevas tendencias gastronómicas han hecho que muchas personas prefieran platos más “internacionales” o menos arriesgados.

Esto ha llevado a que algunas recetas tradicionales pierdan terreno, especialmente entre los jóvenes. Al mismo tiempo, ha surgido un movimiento de rescate culinario que busca revalorizar los ingredientes y preparaciones ancestrales, aunque con resultados mixtos en cuanto a la aceptación del público.

Así, mientras que platos como el ceviche o el tiradito se han convertido en símbolos de la cocina peruana moderna, otros como la chanfainita o la patasca siguen luchando por mantenerse vigentes en un contexto cada vez más competitivo y diverso.

¿Es posible revalorizar las recetas menos populares?

La respuesta es sí, aunque no es una tarea fácil. En la última década, varios chefs peruanos han apostado por rescatar y modernizar platos tradicionales que antes eran considerados “de segunda categoría”. Utilizando técnicas contemporáneas, mejorando la presentación y educando al público sobre los beneficios nutricionales de estos alimentos, han logrado que algunos platos ganen una nueva oportunidad.

Ejemplos de esto son la inclusión de la sangrecita en menús gourmet, la reinterpretación del cau cau con ingredientes premium o la presentación del cuy en formatos más atractivos para el público urbano y extranjero.

Sin embargo, el éxito de estos esfuerzos depende en gran medida de la educación gastronómica y de la disposición de los comensales a probar cosas nuevas. Cambiar la percepción sobre un plato es un proceso lento, que requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, respeto por la diversidad culinaria.

Recetas que dividen opiniones: el eterno debate gastronómico

Más allá de la popularidad o el rechazo, lo cierto es que la cocina peruana es un reflejo de la historia, la geografía y la cultura del país. Los platos menos apreciados no son necesariamente “malos” o “feos”, sino que representan formas distintas de entender la alimentación y el aprovechamiento de los recursos.

En la actualidad, el debate sobre estos platillos sigue vigente. Algunos los defienden como símbolos de identidad y resistencia cultural, mientras que otros los ven como recetas que deberían quedar en el pasado. Lo importante es reconocer que, en la variedad, está la riqueza de la gastronomía peruana.

Así, mientras unos disfrutan de un buen plato de chanfainita en el mercado, otros prefieren quedarse con un ceviche fresco frente al mar. Y eso está bien. La diversidad de gustos es lo que hace que la comida peruana siga evolucionando y sorprendiendo al mundo.

¿Qué platos peruanos han logrado reinventarse?

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A pesar de que muchos de estos platillos siguen siendo poco populares, algunos han experimentado un proceso de reinventarse gracias a la creatividad de los chefs y al interés por rescatar la tradición. Veamos algunos ejemplos:

  • Sangrecita gourmet: En restaurantes de comida fusión, la sangrecita se presenta en pequeñas porciones, acompañada de ingredientes sofisticados como trufa o espumas de ají.
  • Cuy al horno: En vez de servirlo entero, se deshuesa y se presenta en forma de medallones, lo que hace que su aspecto sea más amigable para quienes no están acostumbrados.
  • Cau cau de mariscos: Sustituyendo el mondongo por mariscos frescos, se logra una versión más suave y aceptada por el público general.
  • Anticuchos veganos: Utilizando hongos o vegetales, se recrea la experiencia del anticucho sin necesidad de usar vísceras animales.
  • Patasca light: Reduciendo la cantidad de grasa y utilizando cortes magros de carne, se adapta el plato a los gustos actuales sin perder su esencia.

Estas reinvenciones muestran que, con un poco de creatividad y apertura mental, incluso las recetas menos populares pueden tener una segunda oportunidad.

El futuro de las recetas polémicas en la gastronomía peruana

Mirando hacia adelante, es probable que el debate sobre los platos más polémicos de la cocina peruana continúe. La globalización, los cambios en los hábitos alimenticios y la búsqueda de alimentos más saludables seguirán influyendo en las preferencias del público.

Sin embargo, también es cierto que hay un interés creciente por redescubrir y valorar las raíces culinarias. El auge de la cocina de autor y la tendencia a rescatar ingredientes ancestrales pueden abrir nuevas puertas para estos platos.

Al final, el gusto es subjetivo y lo que para unos es un manjar, para otros puede ser un plato difícil de aceptar. Lo importante es mantener viva la curiosidad, el respeto y el orgullo por la diversidad gastronómica del Perú.

Así, tanto los platos más queridos como los menos apreciados seguirán formando parte del vasto y fascinante universo de la cocina peruana, lista para sorprender, desafiar y deleitar a quienes se atrevan a explorarla sin prejuicios.

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